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Más Abrazos // Miércoles 20 Mayo, 2020 // #embarazo, #salud, #cuidados
La mayoría de las madres a las que se les detecta el VIH en el embarazo son portadoras asintomáticas. Por orden de importancia el riesgo de contagio al feto es mayor a través de la placenta en el embarazo, luego en el amamantamiento y por último en el parto.
La forma inicial de expresión es un conjunto de pápulas (ronchas) pequeñas, que pican y muchas veces son dolorosas. Se acompaña al comienzo con fiebre y malestar general además de adenopatía (ganglio) dolorosa en la ingle. Luego se transforman en ampollas amarillentas que supuran y se abren dejando en el lugar úlceras. Suelen curarse sin cicatriz en 1 o 2 semanas, salvo que sean episodios recurrentes.
Es raro que la madre lo transmita al feto a través de la placenta, pero de suceder se comporta como una de las infecciones conocidas bajo la sigla de TORCH por las serias lesiones que puede provocar en el feto: microcefalia, calcificaciones intracraneales, retraso psicomotor, retardo del crecimiento intrauterino.
La infección del recién nacido se produce por el contacto en el canal del parto y es una infección grave y frecuentemente mortal para el bebé. Le origina ictericia, hepatoesplenomegalia (agrandamiento del hígado y el bazo) e infección generalizada. Los que sobreviven quedan con secuelas neurológicas de gravedad variable.
Por ello, es muy importante su detección temprana. El diagnóstico se realiza por el aspecto de las lesiones herpéticas de la región genital y o la búsqueda de la huella de esta infección en tu sistema inmune mediante la extracción de sangre buscando anticuerpos contra ese virus.
También es importante el interrogatorio del médico a la paciente y a la/s pareja/s sexual/es para determinar la existencia de episodios previos de estas lesiones en ambos.
Ante la detección de la enfermedad, el tratamiento es corto y efectivo, utilizando fármacos antivirales como el Aciclovir, que no afectan a tu bebé. Ante la existencia del virus en la madre en el momento del parto (lesiones activas) el riesgo de infección es de 40-50%.
Debido a estas cifras, en estos casos la cesárea es la vía indicada para evitar el contagio. Si hay rotura de bolsa previa, debe realizarse la cesárea dentro de las 4 horas de ocurrida la misma, o las posibilidades de contagio vuelven a aumentar.
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